Cuando enseñar a escuchar es un acto de justicia
La enseñanza de lengua de señas está reconocida por la Ley Nacional 27.710, por leyes provinciales y por ordenanzas municipales que garantizan su acceso y promueven la formación de agentes públicos. Sin embargo, en Bariloche y en gran parte de Río Negro, esas normas no se cumplen. Juan Colinier y Elsa Stopp lo explicaron con la firmeza de quienes vienen sosteniendo esta lucha desde la experiencia: hablaron de aulas sin intérpretes, de agentes públicos sin formación, y de un derecho reconocido que en los hechos sigue ausente.
Desde hace más de una década, esta organización enseña lengua de señas en forma gratuita, sin apoyo estatal, en escuelas, centros de salud, instituciones y ahora también en fuerzas de seguridad. Su presencia en la ciudad es constante: coordinan talleres, traducen actos públicos y sostienen cursos de todos los niveles para una comunidad que, en general, todavía no aprende a escuchar a quienes no pueden oír.
«No se está cumpliendo la enseñanza de lengua de señas»
Durante la charla, Elsa y Juan recordaron que en 2023 se aprobó en Río Negro una ley que establece la enseñanza de lengua de señas dentro del sistema educativo. También mencionaron una ordenanza municipal que obliga a capacitar a los agentes públicos. Ambas normas siguen sin implementarse. Nada de eso está sucediendo. La fundación, en cambio, avanza. Durante mayo y junio recorrieron escuelas de toda la ciudad, donde enseñaron el Himno Nacional y el Himno de Río Negro en lengua de señas. También comenzaron una experiencia de formación con cadetes de la policía rionegrina, que surgió de una iniciativa personal dentro de la fuerza. Fue un primer encuentro, voluntario y extracurricular. Pero aún no hay espacio curricular ni política de formación continua.
Lo que sí hay es voluntad. Y práctica. Y una agenda sostenida que incluye cursos gratuitos todos los lunes, abiertos a la comunidad. Allí se enseña desde lo más básico —el abecedario, cómo saludar, cómo presentarse— hasta niveles avanzados de interpretación.
Emergencias, hospitales y un idioma que falta
Los relatos se volvieron más urgentes cuando la conversación giró hacia las situaciones cotidianas que atraviesan las personas sordas o hipoacúsicas: operativos policiales donde no logran explicar por qué no responden, turnos médicos donde no se comprenden las indicaciones, emergencias donde pedir ayuda resulta imposible. “Muchas veces no nos entienden. Y otras veces creen que la persona está actuando, que está mintiendo. El problema es que no saben cómo reconocer a una persona sorda. Y no saben cómo hablarle. Porque nadie les enseñó.”
En los incendios recientes que afectaron Bariloche hubo personas sordas involucradas, personas que intentaban pedir auxilio sin éxito. El ejemplo es concreto. El riesgo, real. Y la solución, al alcance: formación básica, atención empática y lenguaje accesible. No es una utopía. Es una responsabilidad.
Lengua de señas como derecho y como puente



Uno de los momentos más nítidos de la entrevista fue cuando aclararon: “No se dice sordomudo. Se dice persona sorda. Y ante todo, persona.” Ser una persona sorda no significa no poder hablar, sino haber nacido o crecido sin acceso al sonido, y por eso no haber desarrollado el habla oral. En muchos casos, las personas sordas emiten sonidos guturales al expresarse en lengua de señas, pero eso no los define: lo que define su identidad es su forma de comunicarse, su cultura, su historia.
También explicaron qué significa ser hipoacúsico: personas con una disminución auditiva parcial, que muchas veces usan audífonos o implantes cocleares. A veces hablan con un tono diferente, lo que lleva a errores de percepción o discriminación. “Parecen de otro país”, dicen algunos. Pero no: son parte de nuestra comunidad, y también necesitan accesibilidad.
En todos los casos, la lengua de señas es un idioma en sí mismo. Tiene su gramática, su lógica, su riqueza cultural. No es una adaptación, ni un recurso de emergencia. Es un derecho y un puente. Un modo completo de existir en el lenguaje.
Una puerta abierta al aprendizaje comunitario
Además del reclamo y la denuncia, Elsa y Juan dejaron una invitación concreta. Todos los lunes a las 18 horas comienza el nivel inicial del curso de lengua de señas, abierto a toda la comunidad, en la sede ubicada en calle 9 de Julio y Brown, a metros del centro. También hay otros niveles durante la semana, y quienes quieran sumarse pueden hacerlo incluso en los primeros encuentros.
La Fundación Alas de Águila tiene presencia activa en redes sociales:
📲 Instagram y Facebook: @alasdeaguilasbariloche
📞 Teléfonos de contacto: 2944 23 9590 / 2944 55 7646
Para despedirse Juan nos dejó un último mensaje para pensar por sobre todas las cosas:“La única discapacidad que tengo es la auditiva. El verdadero obstáculo es la comunicación.” Esa barrera puede derribarse. Y el momento para hacerlo, es ahora.

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