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Reforma laboral: cuando retroceder cien años no es solo una frase

No estamos frente a una discusión técnica ni a un debate menor sobre eficiencia económica. Lo que se pone en juego es el modelo de sociedad que se pretende consolidar y el lugar que ocupan quienes viven de su trabajo. Entre discursos amables y promesas de modernización, avanza una propuesta que vuelve a cargar el costo de la crisis sobre los mismos de siempre. La pregunta no es qué se cambia, sino a quién beneficia realmente ese cambio.
Reforma Laboral

Lector o lectora, acomódese a leer un drama Shakespeareano. La reforma laboral vuelve a escena en la Argentina como una de esas promesas que suenan demasiado bien en los discursos. Sin embargo, en la práctica, parece una excusa para aligerar la carga de los poderosos y poner el peso de la crisis en los hombros de los trabajadores.
La nueva reforma laboral que está siendo discutida en la calle y en febrero continuará en el Congreso de la Nación. Promete “mejorar” el mercado de trabajo, pero la pregunta es: ¿mejorar para quién?

A primera vista, la reforma parece una fórmula mágica que va a transformar a los trabajadores argentinos en empleados felices. Es como si por arte de magia las jornadas laborales se volvieran más cortas y los sueldos se multiplicaran.
Pero no se dejen engañar, los «beneficios» que propone este proyecto de reforma no son más que un conjunto de medidas que parecen sacadas de un manual de «Cómo contentar a los empresarios sin enfurecer demasiado a la gente».

La reforma laboral y el retroceso de derechos

Se habla de flexibilización laboral, de “mayor dinamismo” y de “adaptación al mercado global”.
Si uno escucha con atención, puede detectar el sonido del cántico empresarial: menos derechos, más horas, menores costos.
De repente, las licencias por enfermedad, las indemnizaciones por despido y la estabilidad laboral son vistos como obstáculos para la competitividad. ¡Qué raro!

La aparición del «Colaborador» es un cuasi fraude laboral. Este caso es el que se trabaja para un profesional y no se reconoce relación de dependencia.
La creación del «Fondo de Asistencia Laboral«, alguien se preguntó si la empresa presenta quiebra, ¿qué ocurre con ese fondo?

Lo que no se dice en la publicidad oficial es que, esta «Reforma Laboral» hace la vida del trabajador más precaria. Trae contratos temporales que funcionan más como una espada de Damocles que como una oportunidad de crecimiento.
O acaso ¿alguien se imagina a un joven, trabajador en su primer empleo, dando todo por la empresa, sabiendo que dentro de un año —o incluso antes— su contrato podría no renovarse?
Pues bien, esta es la «nueva estabilidad laboral» que nos venden. Encima el «plazo de periodo de prueba» pasaría de los 6 a los 8 meses.

El costo de la reforma y quién termina pagando

Así que, si alguno pensaba que esta reforma era una jugada para la justicia social, analícenlo. Le recordamos que el único sector que, sin dudas, saldrá ganando será el que siempre gana: el que tiene el poder.
En esta argentina sin empatía y meritocrática, donde habrán quedado los valores de nuestros próceres?
El parlamento lleno de empresarios, o quienes los representan, están peleando legalizar la esclavitud.
¿Será esta la Argentina que nos enorgullece o será la Argentina que no queremos mirar?

Al final del día, la reforma laboral no es más que una redistribución de las cargas. El costo de la crisis se transfiere, como siempre, al más débil: al trabajador.
Finalmente, «los empresarios» disfrutan de incentivos fiscales, facilidades para despedir y un mercado de trabajo cada vez más dócil y manipulable.

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